La locura contemporánea (segunda parte)

Fátima García

Cervantes nos invita a replantearnos y distinguir la realidad de la ficción y fantasía, sin embargo, mucho de la tecnología ha contribuido a desdibujar los límites entre la razón y la sinrazón en las sociedades contemporáneas, porque tal pareciera que los síntomas actuales están basados en las fantasías realizadas y las realidades fantaseadas.

 

Las redes de comunicación avanzan a pasos agigantados y, como he mencionado en mis anteriores columnas, no todo aquí es malo, pero de cuando malestar se trata, vemos cómo los discursos han adormecido a la sociedad, han maniatado el dolor y han banalizado todo lo que tocan, incluyendo el amor, la sexualidad, la educación, la política, la música, que ha conllevado a un empobrecimiento del campo semántico, no solo en el número de palabras, sino, sobre todo, en la riqueza de su significado. ¿No acaso Don Quijote de la Mancha nos puso el ejemplo con su actitud ante la lengua? Porque por un lado tenemos al escritor culto y elegante, pero por otro, el escritor capaz de reproducir el estilo coloquial del pueblo, sin embargo, el hombre de hoy, se empeña en reducir su lenguaje, y con ello, enfrenta grandes dificultades para comunicarse y pensar.

 

No nos hemos dado cuenta de que, en esta era digital, también se ha ido desvanecido la presencia de un Otro; simplemente, por poner un ejemplo: ¿cuántas veces nos hemos sentado a la mesa con un dispositivo a la mano, adentrados en un mundo imaginario que anula la capacidad de diálogo incluso con nuestros seres amados? Porque tal pareciera que los hombres de hoy mucho tienen que ver, pero frente a frente, nada que hablar.

 

Y qué decir de la cultura de la imagen, que tiene como fin conmovernos, tratando de manipular nuestros sentimientos y nuestro entendimiento; cuánta gente comparte en Facebook memes “lindos” de superación, que dicen mucho al sujeto y a la vez nada, pero no es absurdo, porque además de interpelar a la identificación, pone en evidencia su continuo estado de malestar, reflejado en la falta de amor propio, como reafirmando una y otra vez aquello que realmente no está inscrito en el psiquismo. Tal vez esto nos recuerde un poco a Freud y su obra “El chiste y su relación con el inconsciente”. Sin embargo, desde mi punto de vista, a este tipo de memes me atrevo a nombrarlos como una profanación del lenguaje, porque una imagen no discute, decreta y ya.

 

Es así como en el mundo de las apariencias se promueve más en la emotividad y excitación sobre cualquier actividad intelectual, pues no se podría soportar la vida sin mediación de alguna clase de creencia, tal vez si desnudáramos los ideales imaginarios, no quedaría más que el dolor de existir; el hombre y su mundo destrozado.

 

Por eso quise abrir mi columna con la gran obra cervantina, simplemente, porque es la máxima expresión contra la manipulación ideológica. Don Quijote, a pesar de su locura, retrata los problemas sociales de su época, proclamando al mismo tiempo su empeño en restaurar la caballería andante, volviendo atrás, buscando los ideales y principios que la sociedad ha olvidado.

Es así como el gran Quijote de la Mancha retorna del pasado a nuestra época actual y nos insta una y otra vez a mirar con coraje, a profanar el discurso capitalista, porque, tal vez de esa manera, la realidad aparezca con todo y su falsedad, pero ¿podríamos soportarlo?