…caminar sin cadenas… es gritar al universo mi nombre…
Placeres de viejo. Abel Pérez Rojas
¿Cómo se “deja la vara lo más alto posible” para las nuevas generaciones? Es lo que me pregunto en una tarde lluviosa de junio y me respondo con el mensaje que conlleva el título del más reciente poemario de Salvador Calva Morales: realizamos lo extraordinario cuando detonamos la especie de “pólvora que llevamos en los huesos”.
Pero desglosemos ese punto de partida.
“Dejar la vara lo más alto posible” es una expresión coloquial que hace referencia a la situación por la cual alguien o algunos realizan algo más allá del común denominador, de tal manera que se convierte lo hecho, y a veces quienes lo hacen, en algo o alguien excepcional.
De forma sintética y clara, en un foro de consulta en WordReference, se aborda la frase “dejó la vara muy alta” en los siguientes términos: “…en Chile se usa mucho esta expresión para referir que alguien o algo es tan extraordinario, que es muy difícil de igualar o superar”. En México significa lo mismo.
Vivir como viejo / es caminar sin cadenas, / es desechar el temor al qué dirán, / es disfrutar cada mm3 de oxígeno / … / Es gritar al universo mi nombre, / recobrar el valor de la palabra, / saber que vienen otros atrás, / propiciar que sean mejores, / que sobrepasen a mi generación, / pero poner la vara en lo más alto, / que les cueste brincarla, / que el esfuerzo implique progreso.
Dicho lo anterior, reformulemos la pregunta inicial:
¿Cómo se consigue lo extraordinario que es difícil de igualar o superar?
Surge la respuesta inmediata: en primera instancia hay que hacer las cosas, hay que intentar lo que está más allá de lo que hacen y consiguen las mayorías, y que, frecuentemente nos uniforman en la medianía y el conformismo.
Somos siluetas incontables, / casi iguales, siempre grises, / flotamos al mismo ritmo / a velocidad constante. / Camino con ellos, / recitan mi nombre, / hablan a mi oído / y aprietan mi mano. / Mudos harapientos, / expulsados de los cuentos de hadas, / abortos del mundo civilizado, / los que son estadística, / los que no tienen nombre.
En el intento hay que derribar miedos, estudiar, documentarse, aprender, rodearse de quienes logran que las cosas sean posibles y, sobre todo, hacer un trabajo personalísimo e íntimo que permita al individuo en cuestión, franquear las limitaciones propias.
En ese trabajo interno hay que potenciar los talentos y capacidades a través de descubrirse en la ignorancia primaria y secundaria, de la comprensión de que somos mucho más que una composición bioquímica contenida en carne y huesos, y de la toma de consciencia plena del valor del aquí y del ahora.
¡Destello en el chapopote, / rebelión en el concreto! / La conciencia triunfa, / paso a instantes de iluminación: / ¿Dónde están los corazones? / ¿Por cuánto empeñamos el alma? / ¡Niego secarme en un tris! / ¡No quiero morir en manada!
Hay en nuestro interior una chispa capaz de detonar el despertar del ser humano, energía que ha sido denominada con varios nombres, pero que en el fondo hacen referencia al origen de lo que conocemos: Gran Luz, Espíritu, Consciencia, Potencia.
Regresando al título del poemario que dio origen a esta reflexión, digo que sintetiza tratados enteros de filosofía y, no obstante que, denominan un trabajo erótico, en realidad es extensivo y con alcances sistémicos: Pólvora en los huesos.
Eso que los místicos han llamado chispa interna, espíritu; el poeta llama pólvora, pólvora en los huesos.
Lo que el bardo dijo refiriéndose al explosivo dentro del tejido que conforma el esqueleto, podría decirse en otras palabras: chispa desde lo más interno, iluminación que surge de la médula.
Si logramos hacer visible para sí todo esto, es negarse a morir en manada, es sacar el nombre propio de la montonera, sacudirlo y asumirlo con dignidad.
Hoy estás aquí, / recuperando el tiempo perdido, / gozando la fractura de las cadenas, / hermanando y uniendo sin intermediarios; / disfrutando de lo prohibido, / creando sin cesar, / moldeando el aire, / pariendo una y otra vez dioses, / jugando con el tiempo y la tinta, / bailando en el fango sin mancharse, / desoyendo los tambores de guerra / y amamantando pícaros subversivos / ¿Quieres desaprender más rápido? / ¿Estás listos para potenciarte en tu origen?
Travesía de activar y accionar esa pólvora que en realidad es la sustancia que detona y explota nuestros, talentos, capacidades, facultades y saberes.
Maravilla de vivir consciente: / asir lo extraordinario de lo ordinario… / fusionarse al venaje del presente.
Señalar la pólvora en los huesos es resultado del despertar.
Despertamos porque activamos la pólvora interna, el explosivo que nos hace rebelarnos ante la dominación abrumante y esclavizante.
Sientes quebrarte / ante dardos a la médula, / saetas caóticas / que curten por dentro, / porque son artilugios con savia. / Hoy tomaremos un racimo / para refrendar nuestra herejía, / para parlar con el numen / y abrir pórticos añejos; / traigo de un lado / los clavos ardientes hechos trizas, / y del otro, / acanto de cómplices capiteles. / Hoy abriremos los ojos / hasta que pase el escalofrío / y nos redima el vacío. / Hoy provocaremos fusión orgásmica, / secreto guardado y bien venerado. / Hoy expulso del círculo virtuoso / cuanto desvía y aletarga. / Hoy te estoy hablando con firmeza / para que repudies la comodidad / y hagas lo que te toca. / Hoy decides si te levantas y andas / o sigues muriendo dormido. / Este es el día, / este es el momento… / ¡Fiat Lux!
El ¡fiat Lux! (¡hágase la Luz!), resultado del despertar, de la activación de la “pólvora en los huesos”, es lo que detona la realización de lo extraordinario, la iluminación –en diferentes graduaciones–, que, posibilita transitar más allá de la mediocridad, y con ello, “dejar la vara lo más alto posible” para quienes vienen.
Abel Pérez Rojas (abelpr5@hotmail.com) es escritor y educador permanente. Dirige Sabersinfin.com