Para entender la violencia colectiva en la sociedad actual…

Autora: Fátima Adriana García Cabrera
Investigadora del orden social y psicoanálisis
Licenciada en Educación Primaria
Maestra en Psicología Clínica Infantil UPAEP

Columna dedicada a Don Manuel Díaz Cid

Analista de la política desde la doctrina,
los principios y la historia del pensamiento político

Ratero, si te agarramos no vas a ir a la Fiscalía
¡TE VAMOS A LINCHAR!
Nosotros NO llamamos a la policía.

Advertencia de colonos

Precisamente, para entender la violencia colectiva se me ocurrió iniciar con “La metáfora de los monos”, para aquellos lectores que no la conocen dice:

Un grupo de científicos, colocó cinco monos en una jaula en cuyo centro, colocaron una escalera y, sobre ella, un montón de bananas.

Cada vez que un mono subía la escalera para alcanzar las bananas, los científicos lanzaban un chorro de agua fría sobre los demás monos que quedaban en el suelo.

Después de algún tiempo, cuando un mono iba a subir la escalera, los otros le golpeaban, hasta que llegó un momento en que ningún mono subía la escalera a pesar de la tentación de las bananas.

Entonces, los científicos sustituyeron uno de los monos, y lo primero que hizo el nuevo animal fue subir la escalera, siendo rápidamente bajado por los otros, quienes le propinaron una gran paliza.

Después de algunas palizas, el nuevo integrante del grupo ya no subió más la escalera, aunque nunca supo cuál fue el motivo de tales palizas.

Un segundo mono, también fue sustituido y ocurrió lo mismo. El primer sustituto participó con entusiasmo de la paliza al novato.

Un tercero fue cambiado, y se repitió el hecho, lo volvieron a golpear.

El cuarto y finalmente el quinto de los monos fueron sustituidos.

Los científicos quedaron entonces con un grupo de cinco monos que, aun cuando nunca recibieron un baño de agua fría, continuaban golpeando a aquel que intentase llegar a las bananas.

Si fuese posible preguntar a algunos de ellos por qué le pegaban a quien intentaba subir la escalera, con certeza la respuesta sería:

¡No sé, aquí las cosas siempre se han hecho así…!

¿Por qué les comparto esta metáfora?

En nuestra sociedad actual, hemos tomado conciencia de que vivimos en un mundo violento, pues como hemos sabido, a lo largo de la historia, la violencia se ha manifestado de diversas formas, pues en el ámbito social, podemos hablar de guerras, atentados terroristas, genocidios, agresiones racistas, homofóbicas, solo por mencionar algunas y en el privado han estado de forma latente los malos tratos, abusos, acoso, etc., que además de prevalecer, siempre han ido dirigidos a mantener una situación de poder.

Hoy en día, pareciera que la violencia que se vive en nuestro entorno se va agudizando, no obstante, mucho se ha criticado a la autoridad por la falta de protocolos en sus investigaciones de acuerdo al Sistema Penal de Justicia, por lo que el ciudadano ha tomado cartas en el asunto convirtiendo los linchamientos en un procedimiento naturalizado y recurrente para sancionar acciones consideradas delitos.

Si nos remontamos un poco en la historia, notaremos que los linchamientos han existido siempre, siendo que los primeros, se efectuaban sentando al acusado sobre un caballo con una soga atada al cuello y amarrada en un árbol, condicionándolo a una muerte segura y esto, ante la mirada de espectadores. Cuando el caballo sentía hambre, sed, simplemente se marchaba del lugar descabalgando al sujeto quien quedaba suspendido, siendo que, de esta manera se eludía la responsabilidad sobre los linchadores en la muerte del acusado, tal y como sucede en la actualidad.

Si bien es cierto, el crecimiento poblacional ha sido una de las principales causas de cualquier tipo de violencia aunado a la miseria y las lastimadas relaciones familiares por la escasez, la falta de educación, las penurias entre otras, siendo estas condiciones detonadoras sociales de la delincuencia y la conducta criminal.

Hay que destacar que, debido a esta problemática, en distintos sectores existen ciertos programas creados como “Vecino vigilante” donde se combate directamente la delincuencia, anulando en muchas ocasiones la autoridad de los cuerpos policiacos a quienes se les tacha de ineptos, siendo que la realidad del ciudadano es totalmente distinta, pues no existe una cultura de denuncia frente a un hecho delictivo, al no existir esto, no hay delito que perseguir y, por lo tanto, la autoridad no puede ejercer su función y mientras, el problema crece y crece.

Este tipo de “unión y organización” entre vecinos, crea una analogía perversa pues, por una parte, este mecanismo invita a la participación para prevenir actos delictivos en función de la propia seguridad, pero al mismo tiempo induce la violencia en masa, dejando al descubierto la violencia como instinto de supervivencia, y el doble discurso del ciudadano, pues si es necesario “hay que matar al delincuente por nuestra seguridad”

La consumación de los linchamientos trae consigo vejaciones corporales como golpes, laceraciones, lapidaciones, ahorcamiento e incineraciones, lo más grave es que por lo regular el afectado no quiere ir a denunciar.

Es por esto, que tomo como ejemplo “La metáfora de los monos”, pues ante el primer señalamiento, sale la multitud enardecida con palos, bates, incluso con botellas de gasolina, y todos dispuestos a enfrentar al presunto delincuente, pues frases como ¡Si robas a uno, robas a todos!, ¡Si vienes a robar, te vamos a linchar! se hacen latentes sin saber si la persona detenida cometió o no un delito, tal y como sucedió hace unos días con el joven Iván, quien por querer ayudar a alcanzar a un supuesto secuestrador, fue víctima no solo de una nueva modalidad de robo, sino de un intento de linchamiento por parte de una multitud que no escuchaba, solo actuaba.

Hay que destacar que no ha sido el único caso de injusticia en el país, si la cultura permite aprender a aprender, es evidente que estamos frente a un malestar donde el discurso se enlaza con la metáfora que les mencioné, pues ahora ¡Aquí las cosas siempre se harán así!

Quiero destacar, que este fenómeno aparece en sectores con una alta vulnerabilidad social y en contextos signados por una elevada desconfianza en los sistemas de justicia por incertidumbre y miedo.

En una entrevista que realicé al analista político Don Manuel Díaz Cid me comentó:

La violencia ha llegado a límites que rebasan a la sociedad, cuando usted va a denunciar a alguien por un delito, más tarda en llegar a su casa de regreso cuando ya están buscándola para matarla, entonces esto es lo que ha venido a destruir los conceptos de defensa de la sociedad.

Con esto, no quito la realidad que vivimos como ciudadanos, pues es verdad que existe un hartazgo y pocos se atreven a llevar a cabo el protocolo porque el resto de la población considera que es una pérdida de tiempo, pues nos hemos percatado que la autoridad no logra reducir sus tiempos de atención a la ciudadanía, muchos hemos sido testigos que aun denunciando, el delincuente, a los tres días anda nuevamente por las calles delinquiendo y trastocando la seguridad pública.

Sin embargo, es nuestro deber denunciar y exigir a la autoridad nuevas modalidades que favorezcan nuestra seguridad y no quitar el dedo del renglón.

Es evidente que, nuevas estrategias tienen que surgir para cambiar nuestra situación.

Muchas gracias.