Carlos Gómez / @gomezcarlos79
El secuestro exprés y violento asalto que vivió por varias horas la diputada federal del PRI, Blanca Alcalá, deja en claro que nadie está a salvo en México.
El escenario del crimen fue ni más, ni menos que la peligrosa autopista México – Puebla, debido a que a la altura de Chalco la legisladora y su asistente fueron detenidos por un comando armado que los sometió y los privó de su libertad por varias horas.
Blanca Alcalá fue obligada a entregar sus tarjetas bancarias y los delincuentes pasaron varias horas sacando el dinero de las mismas.
Trascendió que sus familiares fueron contactados por los delincuentes y los obligaron a realizar diversos depósitos para que la dejaran en libertad.
A través de sus redes sociales, la propia legisladora expresó lo siguiente: “A la opinión pública:
Los lamentables hechos y circunstancias de los que fui víctima junto a mi colaborador me tienen consternada y a la vez, llena de preocupación por ser un síntoma característico de la realidad a la que se enfrentan a diarios miles de personas usuarias de la red de carreteras y autopistas de México.
Afortunadamente, nos encontramos bien y tenemos la posibilidad de disfrutar a nuestras familias y continuar nuestras vidas, ahora con preocupación y miedo, pero en adelante con el mismo entusiasmo.
También me encuentro agradecida por todas las muestras de apoyo, solidaridad y preocupación que hemos recibido. A todas y a todos, sin distingo, gracias.
Blanca Alcalá”.
Preocupación y miedo es todo lo que vivimos y sentimos los mexicanos.
Lamentablemente la política de “abrazos y no balazos” de Andrés Manuel López Obrador es un rotundo fracaso.
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