Erick Becerra
Comenzó en Guanajuato, siguió en Irapuato, Guadalajara, se extendió a Tijuana, Mexicalli, Ensenada y Ciudad Juárez. Es el narco terror que sacudió al occidente y norte de país la semana pasada.
Hay dos hipótesis manejadas por analistas y medios de comunicación sobre el origen de esta barbarie.
La primera de ellas, y quizá la más perturbadora, es que el mismo gobierno de la 4T fomentó los ataques para argumentar la absorción de la Guardia Nacional por el Ejército Mexicano, decisión que se debate en el congreso de la Unión.
La segunda hipótesis es que los ataques de las bandas de narco tráfico a tiendas de conveniencia, gasolineras y otros negocios buscaron atemorizar a la población en respuesta de un endurecimiento de las fuerzas del orden contra el crimen organizado.
La segunda puede ser más creíble dados los golpes que el gobierno federal ha dado a algunas bandas, como las detenciones de Rafael Caro Quintero y de diversos líderes de bandos medios de los cárteles Jalisco Nueva Generación, Cartel del Pacífico y el de Lenin Canchola, en la CDMX, entre otros.
Cualquiera que sea la razón de esta actitud violenta e incivilizada de los criminales no puede más que recibir una respuesta mucho más fuerte de Estado mexicano.
Si debe el Ejército mexicano controlar la Guardia Nacional casi no me importa, si es que eso y muchas acciones ordenadas e integrales logran contener el terreno que ha ganado la delincuencia organizada.
Lo que en los setentas se concentró en la cosecha y trasiego de mariguana y cocaína hoy ha evolucionado al mil por ciento: es más violenta e incluye fabricación de drogas duras y trasiego de todo tipo de opiáceas en todo el país y a Estados Unidos, así como delitos como homicidio, cobro de piso, robo de combustible, secuestro y asaltos violentos.
El presidente Andrés Manuel López Obrador tiene ante sí un enorme reto: dar un viraje a su estrategia de abrazos y no balazos que claramente fracasó, aunque eso pueda significar seguir los pasos que tanto criticó de Felipe Calderón con la guerra contra el crimen organizado.
Al país no debe importar si AMLO emula a Calderón o a Peña Nieto. Lo que queremos es que frene ya, de una vez por todas, jodidez que inunda a México.
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