La Nueva Escuela Mexicana: superar la resistencia al cambio para una educación transformadora

La propuesta educativa de la Nueva Escuela Mexicana es un hito en la historia educativa de México, su enfoque pedagógico innovador está centrado en el estudiante y su formación integral, no solamente en lo cognitivo, procedimental y actitudinal, como en el modelo por competencias centrado sobre todo en el desarrollo individual, sino que esta nueva propuesta busca desarrollar todas las dimensiones humanas para formar personas capaces de ejercer de manera responsable y participativa su ciudadanía, privilegiando lo social y lo colectivo, por encima de los individualismos egoístas que impiden la reconstrucción del tejido social.

Sin embargo, todo cambio genera miedo y resistencia, toda transformación significativa encuentra desafíos para su implementación y dificultades para ser aceptada, pero los beneficios de una educación transformadora son además de deseables necesarios para superar las complejas crisis actuales derivadas de la violencia, el cambio climático, las violaciones sistemáticas a los derechos humanos, la precariedad, la pobreza y la injustica que azota a nuestras sociedades.

La resistencia al cambio: entre el miedo y la inercia

Todo cambio genera rechazo, suspicacia, miedo y generalmente, resistencia; las personas suelen mantenerse en lo que los psicólogos llaman su zona de confort, porque se sienten seguras en lo que conocen y el ámbito educativo no es la excepción, la Nueva Escuela Mexicana requiere que los docentes cambien tanto sus técnicas y métodos de enseñanza, como su visión y comprensión de la pedagogía. Muchos docentes, en este contexto, caen en la trampa de hacer equivalencias y analogías, buscan que los nuevos conceptos y las nuevas propuestas encajen en los anteriores modelos, para muchos educadores no se trata de entender y atender al nuevo paradigma educativo, sino hacer lo mismo que hacen, solo que con nuevos formatos y llamándole de otra manera a las cosas, pero “Nadie echa vino nuevo en odres viejos” dice el proverbio bíblico, una nueva pedagogía y un nuevo modelo educativo requieren un nuevo docente, un profesional de la educación que cambie su mirada y su pedagogía.

Es verdad que la incertidumbre es abrumadora, la implementación sucede de manera simultánea con muchas actualizaciones en los programas del Marco Curricular Común que la Secretaría de Educación Pública fue publicando de manera gradual y progresiva, por lo que la falta de información oportuna, los breves tiempos para familiarizarse y entender esta nueva propuesta y las capacitaciones para su puesta en marcha han suscitado preocupación y desconcierto, la carga de trabajo docente que ya es avasallante se ha incrementado y provoca una falta de entusiasmo por las reformas y un escepticismo sobre su efectividad o pertinencia que se ahonda con la polarización que ha llevado la discusión sobre los temas escolares del terreno de la educación al de la política.

Una Educación Transformadora para un Futuro Posible

Estamos en una encrucijada, a pesar de los desafíos y dificultades iniciales, la Nueva Escuela Mexicana es una oportunidad única de cambiar la educación para que la educación transformar a las personas que pueden mejorar el mundo. La crisis planetaria y la viabilidad de nuestra supervivencia como especie están en juego, y la responsabilidad es compartida por todas y todos. La educación por sí sola no va a cambiar las cosas, pero es un factor decisivo y determinante, pero solo puede cumplir con este cometido si cumple su función social de incidir y trasformar la realidad. El modelo educativo actual, centrado en la profesionalización y la producción de mano de obra calificada está lejos de lograr este cometido, por lo que una educación centrada en el estudiante, en el desarrollo personal en beneficio de su comunidad a través de una educación activa y participativa, contextualizada y enfocada en la resolución de problemas locales utilizando los recursos propios adecuándose a las personas, los espacios y los tiempos, puede ser la clave para posibilitar que el mañana siga siendo habitable y posible.

La Nueva Escuela Mexicana representa una transformación fundamental y necesaria en el sistema educativo mexicano, la resistencia de los diversos actores que intervienen en su implementación, sean directivos, administrativos o docentes, puede ser un obstáculo inicial que sólo será superado si la comunidad educativa afronta críticamente y con deseos de buscar el bienestar social. Los beneficios potenciales para los estudiantes y la sociedad son significativos, pero requieren que se asuma el reto con responsabilidad, creatividad y compromiso, para que ocurra esta transformación se debe dejar la simulación, cambiar nuestra actitud para estar abiertos a la innovación educativa, solo entonces podremos superar los desafíos y construir un futuro educativo prometedor que cambie el mundo.

El autor es académico de la Universidad Iberoamericana Puebla.

Correo electrónico: leopoldo.diaz@iberopuebla.mx

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