La melancolía y el malestar social

Por Fátima García

“¿He hecho algo en mi vida que no fuese de tonto?
De tonto en el sentido más trivial e irremediable,
de hombre que no sabe vivir, que no ha crecido moralmente
que es vano, que se mantiene en el puntual del suicidio, pero no lo comete”

Cesare Pavese

Tal pareciera que desde el siglo anterior y en este, la sociedad se ha ido dirigiendo paulatinamente hacia su propia desaparición. Durante décadas, se ha buscado aprisionar los cuerpos a través de remedios imaginarios construidos desde la visión capitalista del mundo que no es necesario que alguien haga grandes esfuerzos para someternos, pues nosotros mismos, sin darnos cuenta, hemos ido creando nuestras propias ataduras.

Se nos ha enseñado a llenar nuestros vacíos, se nos ha dicho que solo somos felices en cuanto tenemos, pero ¿qué sabemos de la felicidad? ¿realmente somos felices? ¿por qué si estamos en una era donde la tecnología nos ha simplificado la existencia y aparentemente nos indica el camino para encontrar la felicidad, vemos cómo jóvenes e incluso niños parecieran declinar hacia una serie de síntomas que los conducen a vivir en estados de melancolía y en ocasiones más severas al suicidio? ¿por qué las enfermedades mentales en ellos van en aumento?

Es fundamental señalar que esta generación ha convivido con la televisión, internet y redes sociales desde el inicio de su vida, al punto que, existen ciertos contenidos que tocan niveles inconscientes y han hecho creer a toda la sociedad que son de gran efectividad a nuestra apesadumbrada persona, pues hoy en día ya no hay de qué preocuparse, ya que esos “remedios imaginarios” con los que somos bombardeados todos los días, han venido a resolver de manera instantánea nuestros problemas; “Genoprazol para la gastritis”, “ALLI-Triple, El alivio triple”, “A los síntomas de gripa y escurrimiento nasal diles NEXT”, “¿tienes problemas de dinero? con préstamo personal COPPEL, eso que tanto quieres, está en tus manos”

¡Por Dios, con tanto! ¿qué más se puede pedir? Pero acaso nos hemos preguntado alguna vez ¿por qué enfermamos? ¿qué es aquello que no hemos sabido poner en palabra que tiene que ser manifestado por medio de síntomas en el cuerpo? ¿por qué un niño o joven con tanto a la mano, puede manifestar síntomas de tristeza, depresión, angustia, ansiedad etc.? ¿y la subjetividad, dónde diablos ha quedado? ¿por qué la hemos acallado?

Sin embargo, la tristeza pareciera ser también un problema de tecnología en nuestros niños y jóvenes, pues los altos y bajos de estos estados, parecieran estar codificados en las redes sociales, poniendo de manifiesto el constante vacío que sienten. No es normal que algunos acepten retos que ponen en riesgo su vida, no es normal que otros se sientan apesadumbrados por no recibir la cantidad de likes, no es normal que ciertos jóvenes pongan de manifiesto en redes sus deseos suicidas que más bien parecieran ser llamados de auxilio a un otro, llamados que no son escuchados, llamados que son siempre ignorados.

Quisiera explicar que la melancolía es un estado que todos podemos experimentar, es una respuesta ante la pérdida de un ser u objeto amado que no necesariamente recae en lo real, puede ser también en lo simbólico como, por ejemplo, el abandono de una figura parental, la pérdida de una casa, negocio, etc.

Hay que destacar que la persona que tiene este padecimiento puede tener un estado de ánimo profundamente doloroso, sintiéndose abatido, desanimado, nostálgico, perdiendo no solo el interés por el mundo exterior, sino también la capacidad de amar y desde luego, de sentir amor propio.

El melancólico vive en constante reproche hacia sí mismo, se insulta y pareciera solo esperar el rechazo y castigo por parte de los demás, por lo tanto, una persona que transita por este estado no es merecedora de felicidad y claro, mucho menos de amor. ¿Y cuántos conocemos así?

Qué importante es atender la salud mental, es fundamental nunca pensar que un síntoma así se puede tratar solo, hay que mantenernos alerta sobre nuestras emociones para poder reaccionar a tiempo, pues este sadismo nos revela que una persona con este síntoma puede inclinarse al suicidio por el cual la melancolía se vuelve interesante de estudiar, pero al mismo tiempo peligrosa.