La caída de Jacinto Herrera es parte del desmantelamiento del morenovallismo

Foto: Jesús Lemus

Carlos Gómez / @gomezcarlos79
Bien dicen que el que nada debe, nada teme.
Pero no parece ser el caso de Jacinto Herrera -ahora ex presidente del Instituto Electoral del Estado- y varios de los integrantes del Consejo General.
La sombra del presunto fraude electoral en los comicios del 2018 en la reñida contienda entre Martha Erika Alonso y Miguel Barbosa los perseguirá el resto de sus vidas y en el corto plazo tendrán que ser llamados a cuentas.
No es casualidad que en las elecciones extraordinarias del 2019 la falta de credibilidad en el Instituto Electoral del Estado (IEE) permitió que el Consejo Local del Instituto Nacional Electoral (INE) organizara el proceso electoral.
El tiempo de Jacinto Herrera y el resto de los consejeros estaba sentenciado porque su deshonroso papel en las elecciones del 2018 quedaron exhibidas durante el largo proceso en las instancias federales.
La renuncia de Jacinto Herrera ya había sido anticipada de alguna u otra manera por el diputado, Gabriel Biestro, quien señaló en repetidas ocasiones durante el proceso el fraude que se cometió contra Miguel Barbosa con el aval del Instituto Electoral del Estado.El tiempo le dio la razón a Gabriel Biestro.
Jacinto Herrera será llamado a rendir cuentas y ni su renuncia lo exonerará de las irregularidades cometidas en el proceso 2018.
La caída de Jacinto Herrera también representa el desmantelamiento de la estructura que creó Rafael Moreno Valle para ganar las elecciones a partir del 2010.
El otro bastión morenovallista está en el Tribunal Electoral del Estado y ahí también deberá  llegar una limpia general.
Es necesario recuperar los espacios ciudadanos para restablecer el orden democrático que se perdió en los últimos años en la entidad.
El desmantelamiento del morenovallismo no tiene retorno.
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