Imparable, violencia hacia menores

Erick Becerra

El balance 2019 de la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM) genera pavor, azoro.
Es terrible que buena parte de la causa de la deficiente reacción de autoridades ante el flagelo sea culpa de las propias autoridades federales.
Vea usted: “El despido masivo de más de 20 mil funcionarias y funcionarios federales representó diversas crisis institucionales por desconocimiento de los procedimientos administrativos, pérdida del calendario de procesos y perfiles profesionales con escasa experiencia en sus nuevas funciones”.
El análisis es brutal: “Niñas, niños y adolescentes se volvieron invisibles para esta nueva administración al no formar parte de ninguno de los 25 proyectos estratégicos que presentó Andrés Manuel López Obrador…”.
El informe revela una realidad aterradora con datos: “2019 es el año con el mayor número de homicidios dolosos en la historia del país. Desde el año 2000 al cierre del 2019 alcanza cerca de 21 mil niñas, niños y jóvenes víctimas de homicidio doloso; más de 7 mil casos de niñez desaparecida.
Diariamente desaparecen 4 y asesinan a 3.6 niñas niños y adolescentes, sin que la nueva administración atienda los urgentes llamados a desarrollar una “Estrategia Nacional de prevención y atención a la violencia armada contra niños, niñas y adolescentes” con apoyo de expertos internacionales y sociedad civil; que permita establecer con claridad los tramos de responsabilidad institucionales a nivel federal, estatal y municipal”.
Puebla es el segundo lugar por el número de menores desparecidos. Eso es dramático, si consideramos que Puebla es líder por embarazos de menores y estamos en primeros lugares por feminicidios.
Ayer, mi colaboradora en Radiorama, la sicóloga Carolina Gómez Macfarland, me decía que la violencia de hombres a las mujeres puede estar vinculada directamente con la forma en que esos hombres se relacionaron con sus madres en la infancia.
Este hecho debería abrir la investigación desde la sicología social y la antropología cultural a la forma en que se da la organización familiar en Puebla, pues en caso de no frenar esos fenómenos de violencia pasiva o activa, los datos más adelante serán irreversibles.
Urge detener la violencia hacia las mujeres, pero atrás de la cadena, la violencia intrafamiliar y atrás de ello la violencia infantil.
No son suficientes los discursos, las buenas intenciones o los colectivos a los cuales las autoridades federales ignoran.
Estamos obligados a sumarnos en contra de las múltiples violencias.
Cuando veo la campaña de la iniciativa privada en contra de la inseguridad en Puebla, particularmente impulsada por la Coparmex, me sumo a la causa con gusto, pero no se trata de levantar la voz o exigir más patrullas o policías. Se trata de hacer introspección en los hogares –de todos los estratos y colores de piel-, porque es ahí donde se están tejiendo los asaltantes, los golpeadores, los violadores y homicidas.
Gracias y nos leemos mañana.

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