Docentes BUAP inspiran vocaciones

“Lo vi conmigo y con mis compañeros en el primer semestre de la licenciatura. Había un bloqueo tremendo, afortunadamente tuve al maestro Jesús García Ortiz, él tiene una facilidad de transmitir el conocimiento y usa las matemáticas de forma tan natural y amena, a través de gráficos y esquemas muy sencillos. Con él me empecé a desbloquear y fui aprendiendo a generar ecuaciones basándome en problemas, caí en la cuenta de que se trataba de un mito que limitaba mis aspiraciones y que impide a gente talentosa desarrollarse en áreas científicas. Entonces eso es realmente lo complicado, más que vencer las matemáticas, el reto es vencer las barreras que uno mismo se impone, por eso el papel del profesor es fundamental”.

Me hizo amar la Física

Samantha Pérez Díaz, egresada del doctorado en Ciencias del IFUAP, es otro ejemplo. Ella enfrentó durante su formación básica a las Matemáticas no como un problema, sino como un reto; con el tiempo, su mente creativa y su inclinación por el arte la hizo orientarse por la Arquitectura, una carrera que quedó lejos de sus planes cuando conoció la Física desde la mirada del profesor José Siddhartha García Sánchez, de la preparatoria 2 de Octubre.

“Mi primer acercamiento con la Física no fue bueno, estaba en la secundaria y en pocas palabras la odiaba, pero cuando estaba en la preparatoria tuve un maestro que me cambió el panorama y me hizo amarla, entonces tomé un curso extra de Física básica y me llamó mucho la atención”.

Para Samantha Pérez el rechazo que se le pueda tener a una ciencia parte del hecho de no comprenderla. Recuerda que en sus exámenes de Física le iba mal porque no le entendía y por eso trataba de alejarse lo más posible. Ahora reconoce que es una ciencia que se puede amar si la explican adecuadamente y saben acercarla al alumno.

Cuestión de constancia y no de genios

Kenya Meza estudió en el Bachillerato 5 de Mayo y hoy se prepara porque aspira a ingresar a la Facultad de Medicina; sin embargo, su decisión de elegir el área de la salud no tiene nada que ver con la experiencia que tiene con las ciencias exactas, ya que su profesor René Posadas Hernández le enseñó que las matemáticas no son sólo para los genios y que con constancia cualquiera puede ser bueno.

“Nos enseñó que ser buenos en las matemáticas era más bien una cuestión de constancia y que todos empezamos desde un punto y no necesariamente tenemos que ser genios para entenderlas. En general todo mi grupo opinaba lo mismo de él, reconocían que era muy buen maestro. Nos gustaba que algunas clases eran al aire libre y siempre nos hacía participar mucho porque trataba de que nadie se quedara rezagado”.

Kenya Meza recuerda a todos sus profesores con cariño y respeto, pues reconoce que han tenido un gran impacto en su formación, como René Posadas, de quien dijo, impulsó a algunos de sus compañeros a inclinarse por las ingenierías y ciencias exactas.

“Influía mucho la actitud que tenía para enseñarnos, es muy empático y si se nos complicaba algún ejercicio o concepto se regresaba y adaptaba al ritmo de los estudiantes, eso ayudó para que entendiéramos fácilmente. Y aunque voy a aplicar para el área de la salud, al menos tengo una buena experiencia de lo que fueron las matemáticas durante la preparatoria, mi perspectiva de verlas cambió mucho”.

Mi verdadera vocación

Orlando Cabrera González es estudiante de sexto semestre en Ingeniería Ambiental en la BUAP, institución de la que también fue alumno en la preparatoria Lázaro Cárdenas, ahí conoció al profesor Cruz Raúl Márquez Aguilar, quien además es fundador del laboratorio de Química en esa unidad académica, donde muchas generaciones de estudiantes lo han tenido como docente.

Al terminar la preparatoria, Orlando Cabrera elegiría Mercadotecnia como carrera y tras enfrentar un proceso de admisión se inscribió en la BUAP para cursar lo que él creía era su profesión en la vida.

Sin embargo, tras un año de clases supo que eso no era lo que buscaba, aún sin la certeza de saber qué era lo correcto y temiendo la reacción de sus padres, recordó las clases de Química del profesor de la prepa, Cruz Raúl Márquez. Esto, aunado con la convivencia con otros universitarios, le permitió redireccionar su vocación y ahora la Ingeniería Ambiental es ya una realidad para él y sus aspiraciones como profesionista, no sin antes reconocer que el profesor que lo inspiró con sus clases determinó su verdadera vocación.