Desde el cuarto de guerra

Por José Antonio de la Vega Moreno

Todos los cuartos de guerra de los candidatos a la gubernatura y a la presidencia municipal de Puebla, tendrían que tomar diversas medidas para concluir la campaña electoral.

Han sido días asiduos.

Campañas políticas en Puebla han caído en las descalificaciones e incipientemente de propuesta.

Los asesores tendrán que tomar en cuenta que la sociedad está lejos de ser convencidos por los políticos, menos creen en sus promesas, menos en sus caracterizaciones en cada escenario que se presenten.

Lo que bien podrían dejar de hacer los abanderados a la gubernatura y a la alcaldía de Puebla, es el golpeteo, hacer más interesantes sus recorridos, sus propias concentraciones, sus discursos.

Unos tendrán que dejar de lado la insistencia de debate, de insistir en ir a encontrarse en un cruce de ideas, que al final se convierte en desmedidas descalificaciones.

Otros reconocer que la inseguridad es un hecho de una estrategia fallida de abrazos no balazos y que no se ha hecho nada para mejorar.

Unos tendrán que dejar de insistir en las encuestas, que en la mayoría de estás son ganadas por quién las paga.

Los números o algoritmos que lanzan, es trillado pero cierto, es la fotografía de ese día, al otro puede variar.

Vamos, las encuestas no son determinantes, simple y sencillamente son probabilidades.

Alguien tiene que recordar la elección del 2010.

Otros tendrán que caminar más la entidad, la capital y acercarse a la población que votará el próximo dos de junio.

Los cuartos de guerra tendrán que mencionar que las mítines no significan pequeños triunfos adelantados.

No, esa misma movilización se tiene que multiplicar por dos el día “D” de la elección, es decir, el dos de junio.

Ambos equipos deben dejar de lado las descalificaciones y ponerse a proponer de inmediato, socializar sus propuestas y sus estrategias que aplicarán una vez llegando al gobierno del Estado o a la presidencia municipal.

Los candidatos deben cerrar fuerte.

Los abanderados deben entender que, la lucha por el poder, no es otra cosa que alcanzar la posibilidad de servir a la población y numca servirse de ella.

Todos lo hacen.