Democracia y capitalismo liberal (primera parte)

Fátima García

Antes de abrir nuevamente mi participación y entrar al tema de democracia y capitalismo liberal, quisiera comenzar contrastando un poco la política real, señalada por Nicolás Maquiavelo y el ideal de Utopía propuesto por Tomás Moro, pues al analizar sus obras de carácter preliminar y excéntrico, pareciera que se abre un debate sobre el ser y el deber ser de la política y de cualquier gobierno, pues desde tiempos remotos hay quienes han preferido adaptarse a la realidad política que lucha siempre por mantenerse en el poder haciendo uso de ciertos mecanismos, y hay quienes a partir de la existencia de ciertos conflictos, pondrán siempre su esfuerzo para que prevalezca el interés colectivo.
Maquiavelo expone la vida real del siglo XVI y sus conflictos de poder, así como la manera de resolverlos en un breve tratado sobre cómo adquirir poder, creando un Estado y, desde luego, mantenerlo argumentando que, para conocer bien la naturaleza de los pueblos se necesita ser príncipe y para conocer bien la de los príncipes se necesita ser el pueblo. A esto hay que añadir la virtud, no desde una cuestión moral o religiosa, hay que aclarar, sino como una forma de destreza para desarrollar la fuerza política.
De manera opuesta, la obra Utopía, escrita por Tomás Moro, se expone como algo inexistente en el mundo real, pero que puede convertirse en una realidad; se refiere al modelo ideal de la sociedad que se extendió en las sociedades modernas, basado en el planteamiento del poder de la imaginación sobre los modelos deseables de la sociedad, logrando ser un motor de cambio en la subjetividad del ser y en los movimientos sociales.
Sin embargo, hoy en día existe en nuestra sociedad un consenso para formar la comunidad política basados en una democracia, cuyo modelo político tuvo su origen en la Revolución Inglesa, en la cual se desarrollaron fórmulas de tipo doctrinario que echaron abajo el poder del rey al estar fundado en los principios liberales.
El liberalismo, como filosofía política y jurídica, defiende la libertad individual, en donde se crea el recurso fundamental de la democracia del ciudadano que puede asumir el papel de elector, candidato y representante, sin embargo, este andamiaje social se vuelve de interés para la psicología, pues el miedo es un factor fundamental al ser un mecanismo de control social.
Cuando hablo de miedo, recuerdo que, en algún momento leía a Thomas Hobbes, y una frase que me quedó muy grabada fue: “El día que yo nací, mi madre parió dos gemelos: yo y mi miedo”. Hay que decir que éste es una de las emociones más intrínsecas de la naturaleza humana, sin embargo, al analizar esta frase pareciera nos lleva a establecer una fórmula de entendimiento entre la autoridad y la sociedad para mutuamente librarse de sus miedos; el primero, el miedo de perder el poder y el segundo, el miedo de perder empleos, de expresar las ideas, incluso, de perder la vida.