Cervantes y la locura contemporánea (primera parte)

Fátima García

Dedicada al equipo de Cinco Radio por la pérdida de nuestro querido Javier López Díaz, en especial a mi gran amigo reportero Odilón Larios Nava.

…por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres” (II, 43).

En 2016 se cumplieron cuatrocientos años de la muerte de Cervantes. Don Quijote, el tótem de la cultura española, no solo cabalga las llanuras de Castilla, sino que, con su mancha, traspasó el velo de los siglos y abrió sendas textuales para el pensamiento moderno.

Cada periodo histórico ha conocido su propia forma de locura; en el malestar que cada pueblo porta consigo, revela un decir, pues cada marca, huella y herida cuenta una verdad; como aquellos que tatúan su piel e inscriben una misteriosa escritura que pone de manifiesto un acontecimiento que no ha sido procesado y está en el orden de lo inconsciente; no saben cuál es la causa que los ha llevado a grabar algo en la superficie de su cuerpo, siendo que, esa inscripción funciona además como una prótesis imaginaria que les sirve para enfrentar un mundo amenazante.

El discurso capitalista transita sobre el cielo de nuestra época y responde a la excesiva insistencia, nunca antes vista, de la alineación más extrema para dar paso a la demanda del sujeto contemporáneo, que insiste en llevar hasta sus últimas consecuencias la ficción que yace detrás de la exigencia biopolítica de la salud y de la felicidad total de la sociedad, y que al mismo tiempo es responsable de haber echado a volar por los aires la delgada línea que establece los límites entre lo legal y lo ilegal; entre lo que está permitido y lo que debería estar prohibido, donde resultó también que los arquetipos de las comunicaciones norman lo que está bien y lo que está mal.

¿No acaso este discurso de dominio velado es una locura? Porque tal pareciera que en estos tiempos debemos encomendarnos a la fe capitalista que es permisiva, nos promete el éxito rotundo, todo lo resuelve, y, que incluso, ha sido capaz de suplantar a Dios, borrando además valores como la igualdad, la paz, la verdad, la justicia, la libertad que son defendidos en la obra de Cervantes, que desprenden al mismo tiempo una teoría socialmente magistral.

Ciertamente, los nuevos discursos han interpelado a los sujetos para asumir formas extremas de infligirse a sí mismos heridas, sin más, sin poder generar una escritura en sus cuerpos, que se supone, está imbricada en un proceso cultural que amenaza con desaparecer, dando paso a una extraña mutación antropológica, que da pie a todas las formas de control, generando que todos los individuos actúen de la misma forma, imitando estilos, modas, marcas, etc. y, qué mejor que las redes de comunicación para llegar a ellos.

Cómo parte de estos mecanismos, se ha logrado convertir nuestra existencia en algo público y transparente, donde precisamente, esa transparencia de la que todos hemos sido testigos y cómplices, estamos entregando a desconocidos lo más valioso de nuestro ser, que es nuestra intimidad, aún a sabiendas de que el crimen organizado opera también por la Internet.

Hoy, la gente quiere ser vista, incluso, para ser aprobada por medio de “likes”, se ha expuesto de una manera “graciosa” mostrándose como adultos infantiles, repitiendo constantemente discursos que no son suyos, generando un exhibicionismo, donde el infante, también ha formado parte de estos mecanismos de aniquilación de la subjetividad e ideales imaginarios, y, desde luego, no ha habido necesidad alguna de ser obligados, porque se han entrenado en masa para formar parte de esa servidumbre. Sin darnos cuenta, este ha sido el mayor logro del capitalismo actual y es aquí donde, de pronto se me ocurre pensar en las obras de Kafka y el Quijote, pues ¿no acaso en todos los hombres se encuentra el desvarío y la fantasía?