
Imagina esto: estás leyendo un ensayo personal y emotivo de una alumna brillante en el que se leen sus experiencias como hija, alumna y amiga, y de repente, te topas con una frase que te confunde: “como hombre joven que soy, me di cuenta de…”. Sí, leíste bien, esta anécdota que parece chiste, esconde una realidad que estamos enfrentando a diario en las aulas: el uso de la Inteligencia Artificial (IA) sin filtro, sin revisión y sin criterio.
Entonces deberíamos preguntarnos, ¿estamos formando a jóvenes que usan la tecnología con propósito, o a “copypasters” que están dispuestos a perder su identidad por el desconocimiento en el uso de la IA? Como adultos (padres, docentes, guías) más allá de señalar el error, es nuestra responsabilidad entender lo que hay detrás de él y orientar a adolescentes y jóvenes para que la tecnología sea una aliada y no un atajo sin sentido.
Detrás del uso inadecuado de la IA, se encuentra la pérfida o falta de habilidades críticas como pensamiento propio, estilo de escritura, y la ética académica, así como de valores como la honestidad y la formación. Por tanto, es vital que esta generación impulsiva en el uso de tecnología y los chatbots de IA adquiera herramientas que promuevan su uso responsable, pero, sobre todo, el autocuidado, evitando evidenciar aquello en lo que deben mejorar y/o trabajar.
Algunas de estas herramientas y recursos a tomar en cuenta son:
Integridad digital y dignidad humana: la tecnología bien empleada potencia la voz y la dignidad, no la suplanta o anula. Usar la IA sin revisar es perder la propia identidad autoral.
Desarrollo del criterio propio: la revisión es obligatoria. La propuesta inicial la puede dar la IA, pero el matiz, el tono personal y la corrección de género, siempre deben ser del autor.
Gestión del tiempo y la ansiedad digital: la adicción a la tecnología y el ansia por estar siempre conectados o disponibles en redes afecta en muchos sentidos. El bienestar digital también implica desconectarse.
Protección de datos y privacidad: es importante cuidar la información personal que se comparte en línea.
Y para los adultos también hay retos que debemos considerar, sobre todo para promover la conexión y guía de adolescente y jóvenes con los que tenemos contacto. Abrir la mente para hacerlo es el principal desafío, considerando la brecha generacional. Por lo tanto, empecemos por:
Entender sin juzgar: animándonos a intentar comprender el trasfondo del uso de la IA en lugar de solo castigar el resultado.
Establecer diálogo: promoviendo la conversación abierta, ayudándolos a reflexionar si el uso de la IA favorece su aprendizaje y resultado o solo a cumplir con la entrega.
Modelar un uso de la IA: siendo ejemplos de un uso consciente y responsable de la tecnología en nuestros entornos.
Mantengamos presente que el objetivo de la educación es formar seres humanos con criterio, ética y dignidad. Por lo que, el llamado a adolescentes, jóvenes y adultos que los acompañamos es a reflexionar sobre la relación que se tiene con la tecnología, de modo que reconozcamos qué tanto la usamos correctamente y para mejorar. Al final del día, la tecnología es un espejo que refleja nuestro uso o abuso.
Y recuerden usar la IA como un trampolín para resaltar sus ideas, no como una voz que las narra. La integridad y dignidad humana residen en la capacidad de pensar, sentir y expresarse con autenticidad. No dejen que la prisa por entregar una tarea o proyecto a tiempo opaque las habilidades que los hacen únicos.
Teresa Juárez González
IG: @teregonzz14












