Cómo enfrentar discusiones innecesarias y salir victorioso

¿Te ha sucedido que a partir de un malentendido o un tema trivial se ha prolongado una discusión por días enteros y conforme pasa el tiempo ya no sabes la razón por la que inició el altercado? A eso se le llama discusión innecesaria.

Seguramente la pregunta te ha resonado porque te ha sucedido más de una vez, con una pareja, un familiar, amigo o compañero de escuela o trabajo. Y ¿qué crees? A todos nos pasa y es más común de lo que parece, aunque, a decir verdad, a las parejas les sucede con mayor frecuencia.

Una discusión innecesaria se define como un conflicto escalado que surge de un tema superficial, menor o que no es crucial, pero la duración e intensidad no es proporcional a la importancia real del asunto. Es decir, se invierte mucho tiempo y energía en un tema que no es relevante para ambos.

Diversas encuestas y estudios de comportamiento en pareja muestran que los temas más frecuentes de conflicto son justamente los más mundanos, demostrando que lo trivial es la puerta de entrada a la pelea. Así mismo, datos de encuestas como las realizadas por YouGov suelen indicar que más de la mitad de las parejas reportan discutir sobre temas cotidianos al menos una vez a la semana.

Entonces, si discutir innecesariamente es muy común, valdría la pena indagar a qué se debe que surjan este tipo de discusiones. Y la respuesta es muy sencilla: la mayoría de las veces su raíz se encuentra en el cansancio, el estrés de un día complicado y la falta de comunicación constructiva.

Vivimos en una actualidad donde los pendientes nos rebasan, el tráfico es agotador, las responsabilidades son grandes y el tiempo es limitado, que terminamos por descargar nuestras emociones con la primera persona que encontramos a nuestro paso. Y así, cualquier tema que se ponga en la mesa, así sea insignificante, basta para salirnos de control.

Entonces, si queremos relaciones sanas y parejas protegidas, es importante identificar cuando se está entrando en una discusión innecesaria para detenerla antes de que escale. Aquí dos opciones que podrían ayudar:

  1. La Pausa Estratégica “tiempo fuera”:

Cuando la discusión se desvía o se vuelve circular, propón una pausa inmediata con una frase clave: “necesito una pausa”, “dejémoslo aquí”, “hablemos más tarde” de modo que se evite lastimarse. Recordando que la pausa no es una huida sino un momento que les permita aliviar sus emociones negativas y volver al tema.

  • La Pregunta del Millón “¿De qué estamos realmente hablando?”:

Mueve la atención del qué (el problema) al por qué (la raíz del problema), de modo que hablen de los sentimientos y emociones que están experimentando para que la otra parte pueda entender su reacción sin tomarlo personal. Recordando que la otra persona está ahí para ti, y seguramente encontrará la manera de hacerte sentir mejor.

Y una vez que los ánimos se suavicen, es importante abrir el diálogo con el único objetivo de exponer los sentimientos de cada uno y evitar una confusión que puede dañar la relación. En la reanudación de la conversación es necesario hacerlo con comunicación constructiva haciéndolo de la siguiente manera:

  • Hablar desde el Yo: expresando tus sentimientos sin asignar culpas al otro. Por ejemplo: “Yo me siento poco valorada cuando no se cumple un trato”, en lugar de: “Tú nunca cumples nada”.
  • Escucha para entender y no para responder: validando lo que siente el otro y asegurándose que ambos están en la misma sintonía y después responde. Por ejemplo: “Si entiendo bien, te sientes frustrado por la falta de tiempo para estar juntos, ¿es correcto?, déjame contarte que he tenido mucho trabajo…”.
  • Propicia la amabilidad: Se trata de resolver con cariño y respeto, evitando el sarcasmo. Recuerda que la persona con la que estás discutiendo es la misma persona con la que has compartido grandes momentos. Por ejemplo: “¿Recuerdas cuando podíamos hablar sin pelearnos? Te quiero mucho y estoy segura que podemos resolver…” en lugar de: “siempre te pones así, nunca te puedo decir nada”.
  • Enfócate en el futuro y no en el pasado: centrándose en generar soluciones y acuerdos a futuro, no en repasar cada error pasado. Por ejemplo: “¿Qué podemos hacer para que esto no vuelva a pasar? se me ocurre…”.

Mantén en mente que la victoria no está en tener la última palabra, sino en ser el primero en ofrecer un acto de reparación. Las discusiones innecesarias no definen el cariño que le tienes a la otra persona, pero la forma en que eligen superarlas, sí. La verdadera madurez en una relación se mide por la rapidez y la amabilidad con la que son capaces de reconstruir el puente roto después de una tormenta.

Cuando tengas una discusión innecesaria, haz un pacto con esa persona y no permitan que un problema de 5 minutos ponga en riesgo una relación de toda la vida.

Teresa Juárez González

IG: @teregonzz14