
Erick Becerra
No pasó a mayores y seguramente se trató de un hombre drogado a quien en, su pasón, le pareció buena idea acercarse demasiado a la presidenta Claudia Sheinbaum.
Pero lo grave no es eso sino que alguien pueda acercarse tanto a la presidenta sin tener un protocolo de seguridad para evitarlo.
Cuando vemos a los guardaespaldas de los servidores públicos, normalmente observamos exceso, rigidez en la distancia para acercarse a ellos y hasta caras duras.
Y no es para menos, sobre todo porque hay antecedentes de este fin de semana del riesgo que implica la cercanía de un servidor público con la gente.
Es un asunto de seguridad nacional el brindar protección a la figura presidencial.
El otro extremo fue López Obrador, quien no recibió a los papás de los normalistas desaparecidos argumentando que no quería que le faltaran al respeto a la investidura presidencial.
Ese argumento fue una auténtica jalada, pero ni muy muy ni tan tan.
Los protocolos de las guardias presidenciales deben revisarse y no bajar la concentración en ningún momento.
Pero también es cierto algo que leí cuando redactaba esta columna: ese acoso que sufrió la presidenta lo padecen millones de mexicanas en el transporte público, la fila del súper o hasta en su trabajo.
Es sin duda un tema pendiente de este país contrarrestar dicha anomalía social.
Muchas gracias. Nos vemos la próxima aquí y en mis redes como @erickbecerra1
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