
¿Alguna vez les ha tocado presenciar una discusión de pareja en la que alguna de las partes se limita a darle la razón a la otra persona con tal de no recibir más gritos o insultos? ¿Conocen alguna relación en el que alguna de las partes se deja manipular por la pareja? Creo que la respuesta es evidente y ante esos escenarios aparecen muchas preguntas como ¿Por qué deja que le traten así? ¿Por qué no se defiende o deja esa relación? ¿Qué hace con alguien así?
Cada vez son más frecuentes sucesos así y es mucho más fácil y sencillo catalogar como “pareja tóxica” en lugar de investigar o analizar a qué se deben este tipo de reacciones y aún mejor, hacer algo para intervenir desde la orientación, formación o ayuda.
Pero ¿cuál será la razón de esos comportamientos sumisos? La respuesta por más increíble que parezca es el AMOR. Así es, el amor en la adolescencia y primeros años de juventud puede ser poderoso y profundo, pero también vulnera emocionalmente a quien lo siente, produciendo confusión en la toma de decisiones.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Mental, durante la adolescencia, el sistema límbico vinculado a la búsqueda de placer está muy activo, mientras que la corteza prefrontal encargada de la toma de decisiones y el control de impulsos aún está en desarrollo y termina de madurar entre los 25 y 30 años. Este desequilibrio biológico ocasiona que se tomen más decisiones emocionales que racionales.
Según la encuesta Nacional sobre Violencia en el Noviazgo, el 76% de adolescentes y jóvenes que tiene pareja reporta haber sufrido violencia psicológica. Según especialistas en género de la UNAM, muchos jóvenes no reconocen la violencia porque la viven como algo “normal” dentro de una relación. Así frases como, “solo es un poquito gritón” “tengo que pedirle permiso” o “me cela porque me quiere” son justificativos comunes.
Por lo anterior, es importante confrontar la idea romántica del “amor adolescente” con una realidad dura y compleja: muchos jóvenes enfrentan dinámicas de poder, control y agresión desde los inicios de su vida afectiva. Comportamientos como “silenciarse” al discutir o ceder excesivamente para evitar conflicto pueden ocasionar problemas más severos como depresión, autolesión o ideas suicidas.
Como adultos tenemos grandes retos al respecto: promover conexión emocional, diálogo abierto y escucha activa, herramientas clave para ayudar a quienes dependen emocionalmente de parejas conflictivas o violentas, a reconocer relaciones sanas, exigir respeto y cuidar su integridad y dignidad.
Pero ¿cómo promover la conexión, el diálogo y la escucha activa con adolescentes y jóvenes? No es sencillo, pero tampoco imposible, se trata de ofrecer apoyo con amor y cuidado. Aquí algunas propuestas:
Fomenta la comunicación auténtica y empática, ofreciendo tu atención plena y validando sus emociones sin juicio. Esto permitirá que adolescentes y jóvenes se abran voluntariamente.
Crea espacios tranquilos para dialogar, eligiendo momentos relajados y libres de distracciones, donde experimenten que es su lugar seguro.
Usa la experiencia para educar sobre relaciones sanas, dialogando sobre respeto mutuo, consentimiento y resolución de conflictos. Lo que les brindará un panorama sobre las características que constituye una relación sana.
Promueve círculos de apoyo más allá de la pareja, animándolos a fortalecer sus amistades, pasatiempos y actividades grupales, que evidencien el impacto emocional que les causa y las comparen con relaciones intensas o problemáticas.
De esta manera podremos guiar a adolescentes y jóvenes en la búsqueda del amor propio y de relaciones amorosas que, lejos de limitarlos, les permitan vivir experiencias con libertad, respeto y dignidad. Recordándoles el amor nos hace vulnerables, sí, pero también nos da la fuerza para cuidarnos, poner límites y elegir vínculos que construyan y no destruyan. Como adultos, nuestro reto y compromiso es acompañarlos con escucha, empatía y presencia, para que reconozcan que el verdadero amor nunca duele: impulsa.
Teresa Juárez González
IG: @teregonzz14