#NiUnaMás

Mayra Sánchez García

La violencia contra las mujeres ha sido motivo de estudio durante varias décadas; es a finales de los setenta, cuando se empiezan a conocer la serie de denuncias en torno al asesinato de mujeres en grado superlativo: agravios perversos fundados en un terrible y sanguinario odio hacia ellas. Diana Russell es considerada la precursora del término “femicidio” y, posteriormente Marcela Lagarde adecúa y difunde el término en América Latina.
“El término femicide para designar asesinatos misóginos practicados contra las mujeres, se tornó conocido desde Diana Russell (2006a) con una publicación en 1992 en los Estados Unidos. La autora cuenta que utilizó este concepto en un Tribunal Internacional de Crímenes contra las Mujeres, para referirse a las víctimas de aborto inseguro. Después continuó utilizándolo para investigaciones acerca de la violencia sufrida por las mujeres, en especial, los asesinatos cuya causa evidenciaba la violencia de género”
Por su parte, Marcela Lagarde antropóloga y feminista mexicana es quien modifica el término femicide a “feminicidio”.
Es hasta el año de 2014 cuando la RAE (Real Academia Española) incorpora el termino de ‘femicidio’ y lo define como “el asesinato de la mujer por odio a la mujer”.
Entonces ¿Es lo mismo femicidio que feminicidio?
De primera instancia ambos vocablos no se escriben igual ni tampoco poseen un significado similar. Durante años ha existido una serie de disertaciones en torno a la definición de ambos tópicos. Una de las acepciones principales es la que comenta Elisenda Panadés, cuando aclara la diferencia ideológica, conceptual, entre ambos términos:
El “femicidio”, en castellano un término homólogo a “homicidio”, sólo se referiría al asesinato de mujeres, mientras que “feminicidio”, definido por Lagarde, incluiría la variable de impunidad que suele estar detrás de estos crímenes, es decir, la inacción o desprotección estatal frente a la violencia hecha contra la mujer.
Una vez entendiendo el término de “feminicidio” con la variable de impunidad, inacción, desprotección por parte de las autoridades en todos los niveles (federal, estatal y municipal) podemos afirmar que es lo que vivimos en México día a día con cifras alarmantes. Existen femicidios y existen aún más feminicidios, donde el letargo burocrático sumado a la ineficiencia y/o inacción por incapacidad y/o la falta de compromiso de las autoridades mantienen en letargo la respuesta a los miles de casos de mujeres desaparecidas en territorio nacional.
Cada día tenemos siete mujeres asesinadas y según datos de Frida Guerrera
“En 2016 hubo en la República 1559 mujeres destazadas, calcinadas, violadas, asesinadas a balazos, abandonados en canales, ríos, terrenos, carreteras…desaparecidas, despojadas, denigradas, olvidadas, descalificadas […] de los 1559 feminicidios, 485 mujeres permanecen en calidad de desconocidas; 95 reservadas por las autoridades; 979 fueron identificadas y reclamadas por sus familias […] tan sólo el 18.79% de los feminicidios fueron “investigados”; 1155 de éstos no tienen ni responsables ni detenidos”
Con esta fuerza con la que denuncia Verónica Villalvazo (Frida Guerrera) en su texto #NiUnaMás El Feminicidio en México: tema urgente en la Agenda Nacional; hace referencia a las víctimas quienes “tienen identidad, tienen nombre, tienen apellido, tienen familia y son tratadas como expedientes y estadísticas” (sic).
Frida desde el corazón habla con la fuerza de una verdadera guerrera e invita a conformarnos en torno a la sociedad de valores, donde se deseche el catalogar a la violencia como un acto de “normalidad”; a impulsar la cultura de la denuncia y a defender a nuestras muertas, con el fuerte compromiso de pertenencia, pues ellas son nuestras, tuyas y mías, son madres, hermanas, hijas, tías, amigas de familias mexicanas.
Al escuchar las historias de vida -afirmo- fragmentada, coartada, lacerada de Patricia y Martín padres de Zyanya Becerril, la joven médico del hospital del Niño Poblano que su caso fue cerrado por la Fiscalía como “suicidio” aunque las pruebas por peritos externos dijeron lo contrario; y al escuchar en voz de Jacobo hermano de Patricia la trágica historia de una madre de cuatro hijos y esposa de Tláloc; que fungía como profesora en el bachillerato estatal de Tetelilla en Tuzamapan de Galeana; nuestros corazones se estrujaron, en fracción de segundos vivimos con ellos ese terrible dolor. Ellos son sólo 2 de los 76 casos de feminicidios que se registran en Puebla en lo que va del 2018.
Casos en verdad dolorosos, plagados de inconsistencias jurídicas, rodeados del tortuguismo de las autoridades; escritos con una cínica ausencia de compromiso y engaño; las mujeres en Puebla seguimos siendo vulnerables. Las “medidas” de las autoridades no han causado efecto. ¿De qué nos sirven spots de radio? ¿de qué nos sirve el día naranja? ¿de qué nos sirven las autoridades gubernamentales si las estadísticas de crímenes de odio hacia las mujeres siguen a la alza?
Como sociedad tenemos que seguir en pie de lucha. Como sociedad necesitamos presionar para que la AVGM se active. Como sociedad tenemos que presionar para que el tema de los feminicidios sea un tema prioritario en la Agenda Nacional. Como sociedad debemos estar conscientes que el dolor de aquellas familias rotas es el dolor de este México que grita #NiUnaMás!
@mayrusmayrus7
@Divandelamujer