La hora de los partidos

Juan M. López Arroyo

Después del tsunami arrollador que vivimos el primero de julio es indudable que todos los institutos políticos, tradicionales e históricos se encuentran ante un momento determinante para la viabilidad en su futuro. Dicha viabilidad parte de entender cuál es el origen del significado del voto en contra que llevó a que Morena registrara más de 30 millones de sufragios en la elección para la Presidencia de la República, entender y contrastar cuál fue y es su oferta política que convenció e hizo responder al ciudadano en las urnas, ese es el gran reto para los próximos años.

La desaparición de los partidos como Nueva Alianza o el PES son un gran llamado de atención para los institutos percibidos como “grandes”, PAN, PRD y PRI que deben replantear su futuro, el fundamento está -no en otra cosa-, más que en buscar la verdadera propuesta que sea interesante y llegue a ser un cambio de timón en todo lo que ha significado a lo largo de su historia.

Es obvio que el primer “gran llamado” es para el Partido Revolucionario Institucional, ser capaz de entender por qué un partido histórico que ha sido fundador de instituciones nacionales, ahora fue rechazado en las urnas de una manera tan contundente, le corresponde explicarse de origen cuáles han sido sus errores y cuáles sus necesidades de cambio.

Si bien en el año 2000 hubo replanteamientos importantes que llamaron a cambios fundacionales, es muy claro que el gran temor de que pudiera surgir una balcanización del PRI -es decir que en cada estado surgiera un Revolucionario Institucional diferente- exigía con mayor razón reestructurar este grave deterioro.

Después de ese año (2000) el PRI vivió un proceso de re-identificación y de re-invención, es muy lógico que éste no se pudiera dar de una manera tan inmediata, pero el gran sustento que mantuvo en cierto grado de coherencia fue el amplio número de gubernaturas en entidades que todavía conservaban una gran base militante, sobre todo de imágenes y figuras atractivas que permitían tener esperanza en el futuro, sin embargo hoy al parecer no existe.

El PRI al igual que el PAN debe tener en la unidad de su base militante, en la creación de nuevas figuras, una respuesta a la necesidad urgente de viabilidad hacia el futuro. Ahora el gran captor del sentimiento de molestia de la ciudadanía, que fue MORENA, debe tener como contrastante contrapesos que solamente pueden quedar o bien en las grandes instituciones nacionales como en La Suprema Corte, el Congreso o los Organismos Autónomos, o en un gran grupo de gente interesada en mantener una identificación ideológica.

De ahí la gran necesidad de coherencia en el mensaje, de la ortodoxia en mantenerse con ideas claras que sean atractivas al ciudadano, pero sobre todo en la congruencia.

Desterrar las malas prácticas y desterrar de tajo acuerdos cupulares es la gran respuesta que pide una base anhelante de una nueva visión de un partido incluyente, llámese PRI, PAN o PRD, por eso ante la incertidumbre que vivimos en Puebla en el tema electoral es indispensable que las dirigencias de cada partido, a nivel nacional como a local demuestren en los hechos lo que se mantiene en el discurso, ese es el verdadero llamado a la unidad a fin de evitar que caigamos en demagogia o simple simulación.

La presencia de la Presidenta del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, Claudia Ruiz Massieu, en días pasados en Puebla, no significa otra cosa más que la necesidad urgente que tienen los priistas de buscar los espacios necesarios para participar en este nuevo escenario.

Más allá de las quejas y reproches, resulta indiscutible que tienen que trabajar los priistas para poder reconstruir una verdadera oferta política al ciudadano, lo cual va más allá de acuerdos cupulares o dimes y diretes, para que de verdad la sociedad se identifique con la base militante del PRI y sus propuestas tanto locales como nacionales.

No se vale y no se entiende que solamente en un espacio donde caben 200 representantes del PRI esté contenida la expresión popular de un partido anhelante de reconstrucción. Esa es la verdadera crítica y necesidad ante los cambios de los partidos, en específico del Revolucionario Institucional.