Carlos Gómez / @gomezcarlos79
La madrugada de este miércoles estuvimos a nada de vivir unas de las peores tragedias en la historia de la ciudad de Puebla por culpa de los huachicoleros.
Los números reflejan la dimensión de la emergencia: mil 800 familias en riesgo, 77 escuelas sin clases, un hospital con 180 pacientes evacuados, pérdidas millonarias para los comerciantes de la Central de Abasto y otras empresas ubicadas en el Norte de la capital.
Afortunadamente no ocurrió la tragedia.
Y por eso la fotografía de un hombre que regresó por su perro en medio de una nube de gas alcanzó relevancia.
Pero el tema es más de fondo.
Los huachicoleros son una verdadera bomba de tiempo no sólo para la zona de la fuga de ayer, debido a que existen múltiples tomas clandestinas que han sido reportadas en las Juntas Auxiliares de Santa María Xonacatepec, San Sebastián de Aparicio y centros de distribución ilegal en esos lugares más San Francisco Totimehuacán.
Ese es el verdadero tema de fondo.
Ya se había advertido que los huachicoleros habían llegado al corazón del estado –la capital poblana- y hoy está más que comprobado.
Miles de personas estuvieron en un peligro inminente durante la madrugada de este miércoles y todo por culpa de los delincuentes que roban gasolina, diesel y gas de los ductos de Petróleos Mexicanos.
Las imágenes de la nube de gas a escasos metros de viviendas son brutales y es el mejor reflejo de lo que ocurre en el estado de Puebla: estamos sentados en una bomba de tiempo que en cualquier momento puede estallar.
Ya ocurrió una tragedia el domingo 19 de diciembre del 2010 en la colonia El Arenal en San Martín Texmelucan, cuando murieron decenas de personas por las explosiones provocadas por los huachicoleros.
Hoy estamos igual o peor en la ciudad de Puebla.
¿Cuántos muertos necesitan las autoridades para actuar de fondo?
¿Cuántas vidas se deben perder para que la gente y los empresarios dejen de comprar el combustible robado a los huachicoleros?
Ojalá que cuando entremos en razón no sea demasiado tarde y tengamos que lamentar decenas de muertes de personas inocentes.
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