HISTORIAS: Las heridas del 19S no han sanado y a un año así recuerdan a las víctimas

Foto: Melanie Isahmar Torres Melo

Melanie Isahmar Torres Melo

Una serie de eventos desafortunados o quizá, el destino, fueron los responsables de que Irma, Ehidi, María Amelia, Zoe Nicole, Brandon Isaac, Ana Paola y Maricela perdieran la vida a causa del sismo del 19 de septiembre del 2017; sin embargo, a un año de la tragedia, las heridas no han sanado, y las calles del centro histórico de Puebla aún guardan señales de donde algún día trabajaron o estudiaron las víctimas mortales.

Según relató Benjamín Velázquez, Irma de la Luz Espinoza trabajaba desde hace 20 años con su esposo y familiares en un local ubicado en la 16 de septiembre 907, donde comercializaban globos de todo tipo.

La rutina de Irma y Ehidi Diego Dattoli -quien había entrado a trabajar con la familia apenas 15 días atrás- era llegar al local, alistar la mercancía en un carrito y salir alrededor de las 11 de la mañana para venderlos en el zócalo de la ciudad, donde permanecían hasta las 7 de la noche, cuando culminaban con su día de trabajo.

Aquél 19 de septiembre, el esposo de Irma, quien siempre les ayudaba a empujar el carrito al zócalo, se retrasó más de lo habitual; por lo que, pasada la 1 de la tarde, cuando inició el movimiento telúrico, Irma y Ehidi se encontraban en el patio, al interior de la 16 de septiembre 907.

Ante la intensidad del sismo y el hecho de que la construcción ya era bastante vieja, Irma, de 38 años y su trabajadora, Ehidi, de 20 años, decidieron salir del inmueble, pero justo en ese momento un enorme pedazo de la corniza se derrumbó, arrancándoles la vida a ambas.

“Si su esposo hubiese llegado más temprano… si no se hubieran salido del edificio… Si salían del lado izquierdo las hubiera protegido el balcón” comenta Benjamín Velázquez, quien labora en el mismo inmueble y contempla una serie de escenarios que pudieran haberles salvado la vida a ambas mujeres.

A un año de su deceso, la familia de Irma ha dejado el local que desde hacía 20 años utilizaban para la venta de sus globos, y se han mudado a otro edificio del centro histórico, sin embargo, en aquél lugar permanecen dos cruces en honor a Irma y Ehidi que permiten a los poblanos no olvidar aquél trágico día que sacudió a toda la entidad.

Tragedia en escuelas

Zoé Nicole Crescencio Olivares tenía 5 años de edad y cursaba el tercer año de preescolar en la escuela Héroes de la Reforma, ubicada en la 11 sur y la 13 poniente, sus padres, ambos trabajadores, habían contratado un servicio de transporte para que diariamente las trasladaran a ella y a su otra hija seguras a casa.

Zoé salía a las 12 del día del kinder, mientras que su hermana a la 1 de la primaria, por lo que la pequeña debería esperar diariamente una hora al interior del transporte; sin embargo, aquél 19 de septiembre, por alguna extraña razón, Zoé y la chofer del transporte escolar se encontraban frente a la escuela, en la vía pública, donde fueron alcanzadas por un pedazo de estructura que les arrebató la vida a ambas.

En la reja de la 11 sur, frente a lo que algún día fue un centro escolar, los familiares de Zoé Nicole y de María Amelia Mirno Palacios (Chofer del transporte escolar) no permiten que se olvide esta tragedia, por lo que, con cruces y arreglos florales hicieron notar el dolor que aún sienten ante la pérdida de sus seres queridos, misma que pudo haberse evitado.

Al igual que Irma, Ehidi y Zoe, Brandon Isaac Rovelo estaba en el lugar y el momento equivocado cuando el terror comenzó…

Brandon era egresado de la preparatoria Lázaro Cárdenas del Río, y justo ese 19 de septiembre decidió acudir a su ex escuela para visitar a sus amigos, sin saber que sería a ellos a los últimos que vería. Tras las lesiones que le ocasionó el derrumbe de la escuela, Brandon se aferró a la vida durante algunos días, pero finalmente, el joven de 18 años perdió la batalla.

La historia de Maricela Miranda Rosas es más bien heroica, pues la trabajadora administrativa de la BUAP apoyó a que muchos estudiantes evacuaran el lugar y se pusieran a salvo, sin embargo, a la hora en que ella, y la estudiante de 16 años, Ana Paola de los Santos quisieron escapar del derumbe, ya era demasiado tarde.

En el lugar, que albergó por muchos años a miles de estudiantes y docentes de la preparatoria Lázaro Cárdenas, ya sólo quedan los recuerdos y las huellas que dejó el movimiento telúrico; sin embargo, la comunidad estudiantil, desde su nueva ubicación, no olvida la pérdida de Maricela, Ana Paola y Brandon.