Ganó la selección de futbol, no México

Hay cloroformo social en cada rodada del balón”.

Abel Pérez Rojas.

Nos confunden con la reciente victoria del combinado mexicano de futbol frente a la selección nacional de Alemania (1-0), porque pareciera que quien ganó fue todo el país, cuando en realidad quien ganó fue un grupo de jugadores de futbol nacidos en México.

México no es la llamada selección nacional de futbol, ni el equipo pertenece a los mexicanos estrictamente hablando, el equipo que vemos jugar es propiedad de la Federación Mexicana de Futbol, la cual por cierto para fines de competencias internacionales, tiene el monopolio de este espectáculo presentado como deporte.

Por otro lado, quienes ganaron en la cancha fueron los jugadores, su cuerpo de entrenadores y quienes han hecho posible su funcionamiento, pero de ahí en fuera los demás somos espectadores, todo lo demás está al margen de ese resultado.

Abundo a continuación.

El funcionamiento y los resultados de la selección mexicana de futbol se han manejado por sus dueños como un asunto de nacionalismo y patriotismo, como si se tratara de nuestra soberanía nacional.

El patriotismo en el futbol es una especie de lubricante que propicia el buen funcionamiento de la maquinaria, para que ésta mueva masas e involucre a todos los sectores de nuestra sociedad.

Pero veamos las cosas como son, el futbol mexicano y su selectivo es un espectáculo que deriva en un jugoso negocio que beneficia principalmente a los llamados “dueños del balón”. Esto pasa en todos los países, por eso los grandes beneficiados son los dueños de la Federación Internacional de Fútbol Asociación. Ni tú, ni yo.

El futbol soccer, incluyendo como punta de lanza su máximo torneo, la Copa Mundial de Futbol, es un negocio que deja ganancias cuantificables en miles de millones de dólares, equiparable a industrias como la militar o de energía.

Es tal la penetración del futbol que en forma de espectáculo nacionalista se ha convertido en una especie de cloroformo indispensable para hacer funcional la preocupante realidad de países como México.

Le digo todo esto para ver con mayor claridad que los triunfos de la selección mexicana de futbol no cambian la realidad nacional, ni siquiera porque ganemos una copa mundial. Lo que cambia es el estado de ánimo de millones, pero no la realidad.

Ejemplos de esto último que te digo hay muchos, países como España o Argentina no resolvieron ninguno de sus graves problemas por ser campeones mundiales de futbol.

El triunfo de la selección mexicana de futbol ante su similar de Alemania sabe a miel para los millones de aficionados que esperan algún día ver a su equipo ganar algo importante.

Yo me cuento entre los que se alegraron de ver el triunfo, pero no puedo arrojarme a los brazos del fanatismo ciego cuando nuestro país se está cayendo a pedazos, y de lo que se requiere es de que hagamos frente con seriedad a las causas de los problemas.

Mira, no es que sea aguafiestas, pero mientras la atención se centra en el resultado de la selección de futbol, en los mismos medios que dan cuenta de la histórica victoria, se encuentran noticias como la muerte de seis policías ejecutados en Amozoc, Puebla; la construcción de una mansión de 6.4 millones de dólares, presuntamente propiedad del líder sindical Carlos Romero Deschamps; o los estragos en 14 municipios del estado de Guerrero por el paso de la tormenta tropical Carlotta.

Cierto es que motivará a muchos el triunfo de la selección de futbol, pero ya sabemos que la motivación sin cimentación es un estado temporal muy pasajero que se va sin cambiar el estado de cosas imperante.

Quienes se quieran alegrar que se alegren con los resultados de futbol, que festejen y gocen, pero no podemos tirarnos a una parranda nacional porque no se ha ganado nada ni se ganará algo con un espectáculo privado –mentira que sea el “equipo de todos- que es cloroformo social.

Vale la pena darse cuenta. Vale la pena intentarlo. ¿Estás dispuesto?

 

Abel Pérez Rojas (@abelpr5) es escritor y educador permanente. Dirige Sabersinfin.com