Delincuencia juvenil… síntoma de la cultura

La historia no es tan útil por lo que nos dice del pasado,
sino por lo que nos vislumbra del futuro
Arnoldo de la Rocha y Navarrete

Fátima Adriana García Cabrera

La historia en muchos casos, sólo nos ha demostrado que, dentro de los grandes errores de la humanidad, la violencia no ha sido inmotivada, pues las barbaries, locuras, crímenes, guerras para imponer un dios, para mantener al hombre sometido en la esclavitud, para desaparecer una raza o etnia, nos hace suponer como principales motivos, la envidia, el resentimiento y coraje, pues las disputas económicas, territoriales, políticas, etc. han puesto de manifiesto el lado oscuro de la sociedad y la cultura.
Y es precisamente que, el sujeto al constituirse dentro de la cultura se prepara para ser bélico o pacífico, por lo tanto, en las sociedades proclives a la violencia, se forman sujetos violentos.
Recordemos, por ejemplo, las Juventudes Hitlerianas, cuyo sistema de adiestramiento para los jóvenes alemanes, tenía como propósito desarrollar su entendimiento y obediencia a la ideología nazi o los centros de formación de terroristas musulmanes, donde el reclutamiento y radicalización de los jóvenes han generado una red internacional que emplea prácticas de brutalidad con el propósito de defender los intereses del Islam, comprobando así, que para lograr que un sujeto sea violento, hay que adoctrinarlo.
Aun cuando se supone, que toda organización social adquiere una serie de normas o leyes que regulan la conducta del sujeto, la realidad social es distinta, pues pareciera que lo más alarmante en el contexto mundial, es que los adolescentes y jóvenes han tomado un papel importante dentro de la actividad delictiva.
Sin embargo, en nuestra sociedad el tema de la delincuencia juvenil es preocupante, pues basta revisar noticias a través de los diferentes medios de comunicación para darse cuenta que asaltantes, secuestradores, sicarios que asesinan con tanta saña, han llegado a ser niños. Y a ellos ¿quién los adoctrina? ¿qué están aprendiendo nuestros niños, donde al llegar a la adolescencia o juventud, logran generar un impacto social con sus actividades delictivas? ¿cómo es, por ejemplo, que un adolescente de trece años participa dentro de un secuestro y, además es cómplice en el intercambio de dinero por un menor de cinco años como si se tratara de simple mercancía? Tal y como sucedió hace unos días.
Pero psíquicamente ¿qué inscriben estos jóvenes de sus padres durante su infancia?
Cuando en una dinámica familiar existe una vida de hostigamiento, con el tiempo reaparece de forma invertida, pues los infantes víctimas de distintas formas de maltrato, posteriormente se convierten en jóvenes victimarios que castigan a la sociedad en actos delincuenciales.
Si retornamos nuevamente a la historia, quizá podamos crear una analogía entre la literatura de una de las culturas antiguas más importantes, donde se desprende el humanismo clásico y la sintomatología de nuestra sociedad actual, por ejemplo, si analizamos el imaginario griego, dentro de sus textos, observaremos que existen registros de comportamientos anómalos en las figuras parentales, donde no solamente no protegen a sus hijos, sino que además los aniquilan; como Saturno, quien devora a sus hijos para que no le quiten el poder o Heracles que asesina a sus hijos en un ataque de locura.
Pensar en el imaginario griego, nos sirve para introducirnos en una sociedad cuyo malestar reside en el comportamiento de sus integrantes, y en nuestro contexto social no necesariamente los padres tienen que aniquilar a sus hijos en lo real, pero sí en lo simbólico, al generar en ellos conductas disfuncionales incapaces de adaptarse al medio social.
Por lo tanto, la delincuencia juvenil es un fenómeno social que pone en constante riesgo la seguridad pública y no es casualidad que cada día se den de alta más soldados, se compren más helicópteros, se necesiten más patrullas para custodiar ciertos sectores aunado a un Sistema Penal de Justicia, cuyas irregularidades ponen de manifiesto la falta de visibilidad por parte de la autoridad, por lo que el problema crece y crece, generando un malestar crónico en la sociedad.
Quiero destacar, que los jóvenes delincuentes son víctimas de la discriminación social, pues pareciera que muchos de ellos carecen de planes o proyectos de vida, por lo cual se insertan en la delincuencia como forma de supervivencia donde “matan o los matan”, siendo que además abren paso al mundo de las drogas, teniendo que delinquir para conseguirla.
Y ¿cómo es que se llega a ser delincuente?, la realidad es que se desconocen las causas, pero pareciera más bien que es la suma de ciertas condiciones (económicas, familiares, políticas, etc.), pero hay que mencionar que no todas las personas que reúnen estas características se convierten necesariamente en criminales.
¿Y en qué momento un niño, adolescente o joven aprende entonces que el dinero que No se obtiene con la calidad de trabajo, No puede dar calidad de vida?
Si tan solo cambiáramos las armas por libros,
las drogas por medicinas,
cárceles por escuelas u hospitales…
Si les enseñamos a los jóvenes a través de la educación, a producir en vez de delinquir…
Si tan solo la lucha diaria fuera en contra de la ignorancia que aún impera en ciertas regiones del país y no de la delincuencia juvenil… No sé

Autora: Fátima Adriana García Cabrera
Investigadora del orden social y psicoanálisis
Licenciada en Educación Primaria
Maestra en Psicología Clínica Infantil UPAEP